La idea de que el azúcar y los alimentos ricos en ella convierten a niños y jóvenes en hiperactivos y excesivamente enérgicos ha estado ampliamente extendida. Sin embargo, investigaciones realizadas en las últimas dos décadas han demostrado que el azúcar no es un factor determinante en el comportamiento perturbador o hiperactivo.
Diversos estudios controlados con placebo han concluido que el azúcar no figura entre las principales causas de hiperactividad en los niños, ni siquiera en aquellos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Los investigadores atribuyen el estallido de energía que suelen experimentar los niños tras consumir dulces a una liberación de dopamina, un neurotransmisor que se libera en nuestro cerebro ante recompensas inesperadas, como un capricho azucarado.
Si bien el azúcar no parece tener un efecto directo en la hiperactividad, su consumo debe ser moderado, ya que puede tener efectos perjudiciales para la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el azúcar represente solo el 10% de la ingesta energética diaria de niños y adultos.
En resumen, el azúcar no es la causa principal de la hiperactividad, pero su consumo debe ser controlado para mantener una dieta saludable.