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Mercedes-Benz GLC 220 d, maniobra de esquiva.
El Mercedes-Benz GLC no es un coche ágil en esta maniobra. Si se intenta pasar rápido, acusa un suviraje notable que impide meterlo en el seguno o tercer carril de conos. A cambio, no hay reacciones bruscas que asusten al conductor.
La velocidad de entrada más alta a la que hemos sido capaces de hacer la prueba sin tirar un cono ha sido a 74 km/h. En este plano posterior se ve como se encienden las luces de freno ya en el primer giro, señal de que el control de estabilidad está interviniendo.
Hemos repetido pasadas a distintas velocidades, con la suspensión en modo normal y en el sport+ (que es más firme). Las reacciones han sido similares: tras el primer giro se produce un subviraje que el coche intenta controlar interviniendo de manera contundente sobre los frenos. Cuando eso sucedeel coche cambia con la trayectoria de forma súbita y obliga al conductor a hacer rectificaciones imprevistas, con el volante lo cual se aprecia en las imágenes cuando el coche llega ya al tercer carril de conos, al que entramos casi siempre en un ángulo malo.
El ruido que se oye en el vídeo durante la maniobra lo producen los altavoces del coche. Es un sistema que emplea Mercedes y que dice que sirve para preparar los oidos ante un impacto.
Durante el slalom, el GLC fluye hasta que llega un punto en que el se insinúa el subviraje. Entoces, como durante la esquiva, es frenado por el control de estabilidad y avanza a trompicones.