Dice Arturo Pérez-Reverte en su perfil de la antigua Twitter, hoy llamada X, que él no tiene ideología, pero sí biblioteca.
Parafraseando al famoso académico, en el caso de Pedro Sánchez se puede afirmar con total rotundidad que no tiene principios, pero sí una extensa hemeroteca que le deja retratado sin paliativos.
Lo cierto es que el presidente del Gobierno socialcomunista tiene un pasado que es una auténtica mina para los medios de comunicación.
Cualquier afirmación tajante de las que pueda realizar en 2024, a buen seguro, tiene su némesis en años anteriores.
Y ahora que el inquilino de La Moncloa está que bebe los vientos por ERC otorgándole la independencia fiscal a cambio de que el socialista Salvador Illa ocupe la presidencia de la Generalitat, es más que saludable hacer un ejercicio de rebuscar en intervenciones añejas.
Corría el mes de marzo de 2016. Pedro Sánchez, tras la renuncia de Mariano Rajoy (PP) a buscar los apoyos necesarios para poder seguir como jefe del Ejecutivo tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015, se enfrentaba a una sesión de investidura con solo 90 escaños.
A sabiendas de que lo tenía en chino, el del PSOE trató de forzar la máquina, pero dejando clara una línea roja, la de no pactar con formaciones independentistas, a pesar de que con estos se hubiese podido acercar a la ansiada poltrona monclovita:
Lo digo claramente. A mí nada más me gustaría que hubiera un Gobierno de izquierdas en este país, pero no engañemos a la gente. No hay mayoría.
Yo lo he dicho en privado, y también lo he dicho en público. Y lo digo aquí para que conste en acta, con todo el respeto hacia los votantes de ERC, Yo no voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas. No lo voy a permitir, señor Iglesias.