Es una de las mejores voces parlamentarias.
Alejandro Fernández, líder del PP en Cataluña, dejó noqueados al PSOE autonómico y al nacional, llegando hasta Pedro Sánchez, después del esperpéntico numerito montado con la tocata y fuga de Carles Puigdemont.
Salvador Illa, ya nuevo presidente catalán, se llevó un buen revolcón durante siete interminables minutos en los que permaneció impávido cuando el político popular le recordó las razones de la actitud del expresidente prófugo y quién le había fomentado esa manera de actuar:
El pasado 23 de julio de 2023, el presidente de mi partido, Alberto Núñez Feijóo, ofreció a su partido, señor Salvador Illa, una gran coalición precisamente para evitar que personajes como Carles Puigdemont tuvieran la llave de la política española y, en consecuencia, los instrumentos necesarios para poder organizar espectáculos dantescos y decadentes como el que estamos viviendo hoy en Barcelona. La respuesta del señor Pedro Sánchez fue rotunda y ampliamente conocida. Rechazaba la oferta porque su intención era llegar a un pacto, cito textualmente, progresista de reencuentro y convivencia con Esquerra, y Puigdemont.
Visto lo visto, ¿qué quiere que le diga, señor Illa? Paladee el reencuentro, saboree la convivencia, pero ¿sabe qué le digo? Fueron usted y el señor Sánchez los que decidieron resucitar políticamente a Carles Puigdemont ofreciéndole gratia et amore la llave de la política española. Así que con su pan se lo coman, pero que quede claro, son ustedes los únicos responsables del humillante esperpento que estamos viviendo estos días en Cataluña. Los únicos.
Se preguntó que vincula a Illa con Sánchez, más allá de la evidente filiación política:
Pero, en cualquier caso, y más allá del asunto Puigdemont, abordamos hoy su debate de investidura, la investidura del señor Salvador Illa. Y mientras escuchaba atentamente su vibrante y vitamínica intervención, solo superada por la finura del señor Batet, una pregunta rondaba mi cabeza. ¿Qué tienen en común Pedro Sánchez y Salvador Illa? Porque más allá de la afiliación política, que es obvio que es la misma, parecen personajes políticos diametralmente opuestos.
Troleó a Illa hablando de ese carácter aparentemente afable, pero que no deja de ser una máscara que tapa al verdadero político socialista:
Lo que en Sánchez es chulería chabacana, de hecho hace gala de ella, en el señor Illa ni una mala palabra ni una buena acción. Lo que en Sánchez son sus características ya carcajadas, desquiciadas, en el señor Illa es sonrisilla ardillesca, hay que reconocérselo. Señor Illa, aparentemente es usted el yerno ideal. Sí, ese yerno ideal que cuando te das media vuelta te la clava cuando menos te lo esperas. Porque en lo esencial, su manera de entender la política es exactamente la misma que la de Pedro Sánchez. Una ansia infinita, voraz de poder, en su caso más disimulada, más suavecita, pero idéntica.