El crecimiento de los tumores más allá de 1-2 mm requiere del aporte de oxígeno y nutrientes a través del riego sanguíneo. Esta teoría originalmente formulada por Judah Folkman1 ha impulsado dramáticamente el estudio de la angiogénesis en el área oncológica en las últimas dos décadas.
Angiogénesis (gemaciones endoteliales) es definida como el nacimiento de nuevos vasos sanguíneos (capilares) a partir de las vénulas post-capilares pre-existentes. Por su parte, vasculogénesis, es la diferenciación in situ de células precursoras indiferenciadas (angioblastos) en células endoteliales que posteriormente se organizan en una red vascular.
Recientemente, la comunidad científica ha centrado su atención en el descubrimiento de proteínas endógenas inhibidoras de la angiogénesis como una nueva y prometedora modalidad terapéutica contra el cáncer. En 1994 aparece publicada la angiostatina, 2 la cual es un fragmento de 38 kilodaltons que contiene los kringles 1-3 del plasminógeno. Tres años después, aparece la endostatina, 3 fragmento de 20 kilodaltons del colágeno XVIII. Ambas, proteínas endógenas con potente actividad antiangiogénica capaces de suprimir el crecimiento de tumores primarios e incluso, de metástasis a distancia.