El pasado domingo 18 de octubre, el pueblo boliviano otorgó la victoria en las elecciones presidenciales a Luis Arce, con más del 50% de los votos; el triunfo demuestra que la democracia, cuando es sincera, cuando es de los pueblos, no cae tan fácilmente. Le tomó 11 meses volver y recuperar los lugares perdidos, y a pesar de las heridas abiertas por el golpismo, no es cualquier victoria, es una que le recuerda al mundo que la democracia puede hacer frente a los peores atentados y salir airosa, para retomar los rumbos y recuperar el futuro.