#DesdeDondeSea #Pérez Pirela #Filosofía #LaBoetie #Tiranía
Los pueblos tienden a someterse a sus tiranos no por obligación, sino de manera voluntaria, por costumbre y miedo, según la tesis que postuló en el siglo XVI el filósofo francés Étienne de La Boétie, el autor analizado en Viernes de Filosofía por el especialista Miguel Ángel Pérez Pirela.
No fue una disertación casual acerca de este autor del Renacimiento, contemporáneo con Maquiavelo, sino la cola de una semana en la que el programa cotidiano Desde Donde Sea estuvo dedicado a las acusaciones de autoritarismo en El Salvador (el lunes) y la escalada represiva en Colombia (del martes al jueves).
“Sobre todo los últimos acontecimientos de Colombia nos hicieron pensar en la necesidad de hablar hoy de filosofía política y escogimos para ello a La Boétie, que apenas vivió 33 años (1530 -1563), pero nos dejó una obra que tiene una vigencia muy importante: De la servitude volontaire (De la servidumbre voluntaria), un libro que nos dice todo en el título”, explicó el comunicador y doctor en Filosofía.
El planteamiento de La Boétie, como tantas otras ideas e inventos de esa época, fue muy disruptivo. “Se supone que la servidumbre parte de alguna forma de violencia ejercida contra el oprimido. Muchos años más adelante, Hegel y Marx siguieron sosteniéndolo, con la tesis del amo y esclavo. Pero La Boétie (que también inspiró a los anarquistas), dijo que los pueblos y también los individuos se someten a otros a partir no de una servidumbre obligada, sino que tienden a plegarse al tirano de forma voluntaria. Allí radica la genialidad de su aporte”, planteó Pérez Pirela como punto de partida de su disertación.
Al sostener que, de algún modo, en el pueblo existe esa semilla, ese germen del sometimiento, La Boétie abre un debate que llega hasta nuestros días. Filósofos como Michel de Montaigne, en el mismo siglo XVI, siguieron esa línea de pensamiento. La inspiración del francés llega incluso a su compatriota, Alexis de Tocqueville, quien pronostica que en las democracias del futuro no hará falta torturar a nadie, sino que someterá a las personas a partir de los pequeños y vulgares placeres. Ya en la contemporaneidad, pueden encontrarse trazas de su pensamiento en la obra de los antropólogos políticos, como los esposos Pierre Clastres y Helene Clastres, que, en sus investigaciones con los yanomamis en territorios de Brasil y Venezuela, avanzaron en la misma línea.
Pierre Clastres, en su obra La sociedad contra el Estado, habla del aplastamiento de la libertad individual por la institución estatal. Dice que una condición necesaria para la existencia del Estado es ese cierto aplastamiento del individuo. Clastres plantea una forma de organización no estatal que se asemeja a la planteada por La Boétie cuando prefiguró la voluntad del pueblo de ser oprimido.
¿Por qué?
Al hacer una afirmación tan contundente, lógicamente La Boétie tuvo que hacerse preguntas. ¿Por qué el pueblo no se levanta ante el opresor?, ¿por qué, pese a su deseo de libertad, el individuo llega a aceptar la existencia de la figura opresora del Estado?, ¿por qué el pueblo forja sus propias cadenas?
“La Boétie trata de responder estas preguntas y de realizar con sus respuestas un ejercicio teórico de lucha contra el autoritarismo, un cuestionamiento al fenómeno de la sumisión. La servidumbre voluntaria es más fuerte que el sentimiento de amistad entre los hombres. ¿Por qué esta lógica amo-esclavo, no solo entre pueblo y tirano sino en relaciones familiares, personales? –enfatizó el ponente-. Obviamente, responde con lógicas propias del Renacimiento. El hombre estaba en el centro de la discusión; se habían retomado las ideas clásicas, el concepto de la belleza a partir de las proporciones del cuerpo humano; era una época de erudición, de explosión de arte, de inventos. Es en ese contexto en el que La Boétie, se pregunta por qué el pueblo forja sus cadenas de forma voluntaria”.
En un breve paréntesis, comparó la obra de La Boétie con la de Maquiavelo. El príncipe había sido escrito a principios de 1500. Supuestamente, Maquiavelo lo escribió para hacerse perdonar por Lorenzo de Medici, a quien se lo dedica. Pero los historiógrafos creen que no, que fue escrito escondidamente para el pueblo, aprovechando la difusión que había logrado la imprenta en la circulación masiva de los libros. Se dice que El príncipe no se escribió, entonces, para susurrarle al gobernante, sino a los súbditos. Y esto mismo se