Mucho antes de la llegada de los pueblos negro bantúes hacia el año 1000 a.C., en lo más profundo de los bosques ecuatoriales, vivían los primeros habitantes del continente africano: los pigmeos. Ellos son un testimonio vivo de nuestra propia prehistoria. Estos pueblos siempre fueron nómadas selváticos, no conocieron otro mundo fuera de las selvas centroafricanas. Son pueblos felices que siempre han vivido en armonía con su entorno, uno de los pueblos más longevos del mundo gracias a la farmacopea de la selva, su propio dios que les observa y protege, quien vigila que su comportamiento sea armónico con los seres que la conforman.