La teoría de que el COVID-19 se originó a partir de un humano que interactuó con un animal infectado en un mercado local a finales de 2019 está respaldada por "pruebas muy sólidas".
En enero de 2020, se recogieron 800 muestras de puestos y superficies en el mercado de marisco Huanan de Wuhan, donde se cree que también se vendían mamíferos salvajes.
El estudio de las muestras realizado por la agencia de investigación CNRS confirmó que a finales de 2019 había varias especies de perros mapache y civetas en el mercado.
"Estos animales estaban en la esquina suroeste del mercado, que también resulta ser un área donde se detectó una gran cantidad de virus SARS-CoV-2, que causa COVID-19", explicó un biólogo evolutivo del CNRS.
Se cree que el SARS-CoV-2 procede de los murciélagos, pero se sospechaba que los animales del mercado eran huéspedes intermediarios del virus.
También se descubrió que las muestras contenían más ADN de "especies de mamíferos salvajes" que de humanos.
La cepa de coronavirus hallada en el mercado resultó ser "genéticamente idéntica" a la cepa original del virus.
El epidemiólogo James Wood declaró que no se ha hecho mucho para prevenir el comercio de animales salvajes que podría conducir a "la aparición de futuras pandemias".
El estudio no prueba al 100% que los animales tuvieran SARS-CoV-2, pero sí refuta la teoría de que no hubiera animales susceptibles al COVID en el mercado.
Los autores del estudio han afirmado que si el COVID-19 no se originó en el mercado, la composición genética descubierta es una coincidencia sustancial.