Han pasado 20 días y Paiporta todavía parece escenario de guerra. Está todo lleno de barro, de coches apilados e inutilizables, garajes destrozados... y a esto se le suma el problema del alcantarillado. El barro, las cañas y restos de río se han metido en las alcantarillas, y todo eso hay que licuarlo. Por eso, diferentes empresas de todas las partes de España llegan a Valencia para intentar desatascarlas. Trabajan sin descanso y lo han intentado todo pero siguen colapsadas… están llenas de fango y agua residual. Por mucho que se esfuercen ellos y las máquinas, no traga nada. Intentan desatascarlas echando agua a presión, para que el barro se ablande y consiga salir de las alcantarillas… El riesgo es que si no se agiliza se puede solidificar y crear un tapón que complique aún más el camino hacia la ansiada normalidad. Las aguas fecales también salen por la única vía de escape que tienen, y todo el barro se acumula en el barranco más cercano para no obstruir las calles. Este es el día a día en Paiporta, un municipio que poco a poco intenta levantar cabeza.