Mientras viajaba en un avión desde Qatar, me llamó la atención que, en la pantalla frente al asiento, junto a las opciones de entretenimiento, se encontraba el Corán, ocupando un espacio tan destacado como las demás secciones. La sociedad musulmana celebra el culto a su religión. Los espacios de rezo están en todos lados y las empresas se adaptan a la forma de vida de la mayoría. Para el musulmán, su creencia incluye postrarse ante su Dios cinco veces al día, recitar su texto sagrado, limpiarse antes de cada oración y honrar a la familia como parte inseparable de su fe.
En contraste, muchos cristianos de hoy ni siquiera saben los Diez Mandamientos, no van a la iglesia, no han leído la Biblia, tienen múltiples relaciones sexuales antes y después del matrimonio, aceptan el divorcio, no bendicen los alimentos, no hacen abstinencia y no rezan más que para pedir dinero y salud a su Dios, como si este fuese una lotería.