Aunque los mecanismos de la adicción todavía no son totalmente entendidos, sí se sabe que la tolerancia y la dependencia pueden conducir a ella: cuando la heroína se consume repetidamente, el cerebro se adapta y se vuelve cada vez menos sensible a esta sustancia, por lo que la dosis de consumo debe ser incrementada gradualmente para obtener los mismos efectos. Esto es la tolerancia. Por otra parte, cuando se deja de consumir heroína, el consumidor experimenta alteraciones físicas, esto es, síndrome de abstinencia, que desaparece cuando se vuelve a consumir heroína. Estos síntomas de abstinencia se dan porque el cerebro se ha adaptado a la presencia de la droga (es decir, hay una neuroadaptación), y cuando el consumo de heroína se interrumpe bruscamente se hacen evidentes los desórdenes cerebrales que estaban enmascarados por el consumo. Cuando un consumidor se vuelve dependiente de la heroína, su organismo sólo funciona “normalmente” si recibe esta droga.
La adicción implica, como se ha anotado, un intenso e irresistible deseo de droga, un comportamiento de búsqueda compulsiva de heroína. El consumo de esta droga se vuelve obsesivo. El adicto está atrapado. El problema o la situación que estuviera intentando resolver cuando comenzó a consumir heroína se ha borrado de su mente. En este punto, en lo único que puede pensar es en conseguir y consumir la droga. Por tanto, se pierde el control de este consumo y se ignoran sus gravísimas consecuencias, y sólo un tratamiento llevado a cabo por profesionales puede lograr una recuperación de esta enfermedad.