Es difícil encontrar una persona más feliz que Santi Cazorla esta noche en Oviedo. Y eso que el Carlos Tartiere y sus cerca de 30.000 almas han vivido la euforia que sólo puede darte ver cómo tu equipo se asoma a la Primera División tras 25 años sin pisar la máxima categoría. Lo han hecho precisamente por el gol de un jugador que, después de ganarlo todo en el fútbol internacional, volvió a su casa y, a sus 40 años, sigue marcando auténticos golazos de falta.