Todos sabemos que unas vacaciones pueden arruinarse por culpa de vuelos retrasados, mal clima o cosas fuera de nuestro control… ¡pero el factor humano siempre influye!. Porque sí, lo que más duele es cuando el desastre tiene nombre y apellido. Ya sea ese amigo imprudente, un turista que se cree invencible…o incluso uno mismo tomando las peores decisiones posibles.