Cuando un hombre se enamora con pasión, en los primeros tiempos, sus niveles de testosterona bajan y una hormona conocida como neutrofina invade su torrente sanguíneo recorriendo todo su cuerpo y cambiando su metabolismo y la forma en que se siente. Cuando una mujer se apasiona, los niveles de testosterona suben y se reúnen con la neutrofina que también rebosa su sangre. Sin embargo, cuando la pareja rebasa los dos años, a veces hasta en menos tiempo, los niveles de estas hormonas regresan a la normalidad y otro químico hace su aparición en la sangre de la pareja, todavía enamorada aunque no apasionadamente, esa es la oxitocina, la hormona de la confianza, la que se encarga de inducir el parto y producir la leche materna. Es la hormona del amor pausado, la testosterona y la neurotrofina son las reinas de la pasión.