El término «disruptores endocrinos» fue propuesto por primera vez en 1991.En la Declaración de Wingspread se identificaban diferentes áreas de preocupación. La primera era el aumento del número de nuevos productos químicos que no se valoraban de forma adecuada desde el punto de vista endocrinológico. Desde que en 1953 se descubrió que el pesticida DDT (diclorodifeniltricloroetano) tenía actividad estrogénica, otros compuestos fueron identificados como estrogenomiméticos, entre ellos ciertos PCB (bifenilos policlorados). A raíz de la restricción del uso de PCB y DDT en los años setenta, la mortalidad de los animales salvajes del ecosistema de los Grandes Lagos en los EE.UU. disminuyó notablemente, pero los animales supervivientes presentaban ahora alteraciones en los sistemas reproductivo, endocrino, neurológico e inmune.