Pérdida de memoria, cambios en la localización de grasas y envejecimiento prematuro son algunas de las consecuencias que el estrés provoca en nuestro organismo. Tanto los estudios llevados a cabo con babuinos como en funcionarios ingleses (estudios Whitehall) han demostrado que un factor preferente en el desarrollo de esta patología puede depender del estatus o jerarquía social con que cuente el individuo dentro de su entorno, como consecuencia del sentimiento del nivel de control con que cuente dentro de su grupo. Se demostró que en los individuos sometidos a este estudio con empleos más bajos y menos posibilidades económicas, eran mayores las probabilidades de morir prematuramente que aquellos con empleos más cualificados. Así, tras monitorizar la concentración en la sangre de la hormona del estrés, el cortisol, el número de pulsaciones y la presión arterial, entre otros parámetros, se llegó a la conclusión de que el estrés laboral crónico está asociado con la enfermedad coronaria