Una madre sevillana, Carmen Espejo, perdió la custodia de sus dos hijas en el año 2000 tras ser acusada de tenerlas malnutridas y de maltratar a la menor de ellas, hasta que la Audiencia Provincial de la localidad hispalense reconoció seis años después que estos síntomas respondían a una enfermedad genética, el síndrome de Cornelia de Lange, en el que los pacientes se producen autolesiones y sufren trastornos alimenticios.