Después de trabajar en una fábrica de tomates en Inglaterra, de ser animador turístico en Mallorca y coordinador de fiestas nocturnas por la costa española, Miguel Marina decidió establecerse como comercial inmobiliario para poder comprarse un piso en Ciempozuelos, su tierra natal. Cuatro años después, no puede afrontar la hipoteca y se dispone a sortear su inmueble en participaciones de cinco euros, para que un agraciado "se lleve el piso libre de hipoteca, de gastos y de escritura".