Muchos padres informan que sus hijos han parecido diferentes desde la edad temprana, es decir, desde los primeros meses de nacido. Los padres describen su dificultad para apaciguar a los bebés y comentan que sus niños reaccionan exageradamente a estímulos sensoriales. También afirman comúnmente que tienen trastornos en el sueño y terrores nocturnos. En las siguientes etapas de desarrollo del niño, se observan con frecuencia síntomas como hiperactividad, nerviosismo, dificultad para hacer cambios y altos niveles de ansiedad. Adicionalmente, como los niños se frustran con facilidad, tienen dificultad para controlar su ira o enfado, son muy impulsivos (tienen dificultad para esperar su turno, tienden a interrumpir a otros) y frecuentemente tienen berrinches prolongados y violentos.