Egipto se vistió de luto luego del peor estallido de violencia futbolística en la historia del país. 70 personas perdieron la vida y cientos resultaron heridos en los incidentes ocurridos en el encuentro en Port Side entre el Masry local y el Ahly de El Cairo.
Durante la victoria por 3 a 1 a favor del Masry, los aficionados ingresaron al estadio y se desataron violentos ataques en medio de los cuales decenas de fanáticos fueron apuñalados, asfixiados y sufrieron contuciones graves que les costaron la vida.
Estos enfrentamientos, que son el peor caso de violencia en el fútbol del país y el más mortífero en todo el mundo desde 1996, generaron nuevas preocupaciones sobre la estabilidad de Egipto.
Recientemente, el primer ministro, Kamal al-Ganzouri, ordenó la disolución de la Federación de Fútbol y remitió a sus miembros a comparecer ante la Fiscalía. En una reunión de emergencia del Parlamento, Al Ganzouri también anunció la renuncia del gobernador de la provincia de Port Said y del jefe de policía zonal.
Tras los incidentes, los egipcios culparon a la policía y al poder militar por no evitar los disturbios en medio de acusaciones de negligencia por parte de los oficiales de seguridad.