Necesitamos respirar para vivir. Antes de nacer lo hacemos a través de la placenta, y después de nacer por medio de los pulmones. En un desarrollo normal, el feto tiene los pulmones llenos de liquido amniótico y, nada más nacer, el primer llanto activa la respiración aérea. Pero los bebés prematuros no suelen tener los pulmones bien desarrollados; suele ser el principal problema de los prematuros. Además, muchas veces carecen de surfactante, un compuesto formado por proteínas y lípidos que evita que los pulmones se plieguen sobre sí mismos hasta que el bebé se fortalezca.Los respiradores que se usan habitualmente en estos casos aportan surfactante artificial, pero eso no siempre es suficiente para una correcta terapia. Con el objetivo de aliviar esa situación, la Escuela de Náutica de la Universidad del País Vasco ha desarrollado un respirador de respiración líquida.