Además del sentido del olfato, ¿tenemos la habilidad de percibir ciertas señales químicas emitidas por personas a nuestro alrededor, sin darnos cuenta? Muchos otros mamíferos utilizan un conjunto separado de células receptoras sensoriales, presentes en la nariz, para recibir información social y sexual de los miembros de su propia especie, y existe la sospecha creciente de que nosotros también lo hacemos. Una tenue brisa de sustancias químicas que flotan en el aire, provenientes de un ratón hembra, por ejemplo, puede incitar a un ratón macho a aparearse inmediatamente. Ciertos mensajes químicos de otros machos lo pueden poner agresivo. Otros mensajes pueden producir cambios en su fisiología, como así también en la fisiología de la hembra que responde.