Últimamente se habla mucho de independencia en los bares de Escocia. En diez días votarán si son partidarios de crear un nuevo estado. Un sí complicaría las relaciones de la Unión Europea con Londres y con el resto de Europa. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, animó a principios de año al primer ministro británico, David Cameron, a que apoyara la campaña del no.
Barroso dijo en una entrevista en febrero que si Escocia se independiza tendría que volver a pedir su entrada en la Unión, como hacen los demás países que quieren formar parte del bloque comunitario. Informó de este asunto también a la Cámara de los Lores.
“Nuestra posición no ha cambiado. Nuestro trabajo no consiste, 10 días antes de la votación, en interferir en la campaña con nuevas declaraciones”, ha dicho la portavoz de la Comisión Europea.
Pero Escocia cree que no tendrá problemas para mantenerse dentro de la Unión. Y para saber más hemos preguntado en Bruselas al experto Vivien Pertusot, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales: “Tendrá que solicitad la adhesión. Tendrá que pedir al Consejo que vote. Y el riesgo más grande es que Escocia llegue con muchas exigencias. Sí a la Unión Europea pero no al euro, no a formar parte de Schengen. Y será mucho más difícil para Escocia conseguir todas esas excepciones que cuando era miembro del Reino Unido”.
Cataluña también estará muy pendiente de esta consulta.