“Domina tu mente o ella te dominará a ti” decía el poeta romano Horacio. Y 2000 años después los estudios de psicología le han dado la razón. Se ha demostrado que las personas con más autodominio, en general, suelen ser más felices, más fieles a sus valores, disfrutan de mejores relaciones y más duraderas, cuidan mejor su salud, son más resilentes (soportan mejor las frustraciones y dificultades de la vida), más perseverantes a la hora de conseguir sus objetivos, tienen más estabilidad económica y tienen mejores carreras profesionales.¿Me como la golosina ahora o si me espero un poco… podré comerme dos? Esta es la disyuntiva que planteó Walter Mischel, psicólogo americano de la Universidad de Standford, a un grupo de niños en los años 60 para estudiar su su capacidad de autocontrol. El experimento era sencillo: llevaban a un niño a una sala donde había una golosina (una nuve de azúcar o Marshmallow en Inglés) y les daban la instrucción de que si resistían la tentación durante 15 minutos podrían comerse 2 golosinas. El cerebro primitivo es impulsivo, busca la gratificación inmediata puesto que su función es la supervivencia. Así mismo, este sistema “caliente” es el encargado de regular el hambre, activar el miedo y la huida para mantener la seguridad, etc. Y por otro lado, el cerebro moderno es el sistema cortical, prefrontal, el que nos diferencia de los animales: nos permite pensar, razonar, y planificar objetivos a largo plazo. Este sistema “frío”, nos ayuda a combatir el impulso inmediato de la gratificación a corto plazo por una recompensa mayor en el largo plazo.
Para que nos quede claro: el cerebro “frío” es el que nos dice que deberíamos comer menos, que no fumemos ese cigarrillo, que una cerveza más nos sentará mal, que no gastemos tanto y que ahorremos más, que estudiemos el examen de conducir para poder tener un coche, que no nos acerquemos demasiado a esa persona atractiva porque podríamos poner en peligro nuestro feliz matrimonio…