Afganistán cierra este domingo una semana particularmente mortífera para sus fuerzas de seguridad. Desde el pasado martes más de 200 personas han muerto en un total de siete atentados, cinco de los cuales fueron dirigidos contra policías o militares, mientras que los dos otros se dirigieron contra miembros de la minoría chií. Este sábado murieron 15 cadetes de la policía en un ataque suicida reivindicado por los talibanes al oeste de Kabul. Un día antes, el grupo Estado Islámico atentaba contra una mezquita chií, dejando más de 50 muertos.
Según expertos, las fuerzas de seguridad son hoy por hoy el objetivo prioritario de los talibanes que tratan con ello de enviar un mensaje de advertencia a Donald Trump. El presidente estadounidense anunció en agosto el envío de más efectivos de seguridad a Afganistán, donde cada mes mueren 600 miembros de las fuerzas armadas en combates con insurgentes o en atentados, según datos estadounidenses.