Los vecinos rumanos del poblado del Gallinero, en la Cañada Real, están desesperados. Sus chabolas han quedado sepultadas bajo el agua. Lo han perdido todo: ropa, documentación, medicinas, alimentos. El lunes, la intensa tormenta que cayó sobre Madrid convirtió este asentamiento ilegal en una piscina. Ayer los bomberos se acercaron a la zona para achicar el agua. Sacaron las bombas de los camiones, prepararon las mangueras de evacuación, pero no llegaron a hacer nada. Dicen que la policía municipal se lo impidió. Mientras tanto los habitantes de este poblado chavolista están viviendo entre lodo y agua en unas condiciones, más si cabe aún, infrahumanas. Muchos llevan dos noches sin dormir. Otros lo han tenido que hacer en sus coches o a la intemperie. Se sienten abandonados y sólo quieren recuperar sus cosas y volver a construir sus chabolas.