Edirne (frontera turco-griega), 4 mar (EFE/EPA).- (Imagen: Erdem Sahim) El denso gas lacrimógeno y las ráfagas de disparos se han vuelto rutina en la frontera turco-griega, donde el cansancio y la frustración han hecho mella en muchos refugiados que se sienten como peones en un juego político que no comprenden.