Corre como la pólvora por WhatsApp una viñeta realmente ingeniosa.
Tiene dos protagonistas: son Unai Sordo y Pepe Álvarez, secretarios generales respectivamente de CCOO y UGT.
El texto, que acompaña la imagen, es de lo mas elocuente: la noticia es que ambos sindicalistas están indignados con la huelga de transportistas. Y debajo, en negrita, aparece el motivo: “No nos llega el marisco”.
Parece un chiste, pero desgraciadamente no lo es.
Los líderes del sindicato comunista, del socialista y sus acólitos, son los mismos que en febrero de 2017 convocaron cuatro jornadas de protesta consecutivas contra el incremento del precio de la luz -por aquellas estaba a 70 euros el megavatio y ahora ha llegado a rebasar los 700- acusando al Gobierno Rajoy de haberse vendido a las eléctricas y de obligar a miles de familias españolas a elegir entre comer o poner la calefacción.
Son los mismos que con el Gobierno Sánchez han visto triplicadas las subvenciones.
UGT y Comisiones Obreras, que le montaron dos huelgas generales al PP, son ahora los encargados de que los millones de españoles, que las están pasando canutas y arruinándose, no protesten contra el Ejecutivo más caro, inepto y pernicioso de la Historia de España.
Decir que los sindicatos del pesebre socialcomunista no se manifiestan sería faltar a la verdad. De hecho, se han echado a la calle tres veces en los últimos tiempos.
En octubre de 2021, junto a Bildu, PNV y Podemos, marcharon por San Sebastián a favor de los terroristas de ETA todavía presos.
Dos meses después, se manifestaron en Barcelona, junto a golpistas e independentistas, contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que obliga a las escuelas catalanas a dar un 25% de las clases en castellano.
Y ayer lo hicieron en Madrid. Cierto que sólo consiguieron reunir a 500 paniaguados en las mismas calles en las que unos días antes protestaban 500.000 ganaderos, agricultores y cazadores, pero lo patético es que desfilaron para defender al Gobierno Sánchez y a su tesis de que no es posible bajar los impuestos de la luz y las carburantes.
Seguro que coinciden conmigo en que lo de estos comegambas sindicales es ridículo, chusco y sobre todo… indecente.