El golpista Puigdemont lleva ya cinco años viviendo a cuerpo de rey en Bélgica, pero parece que se ha cansado del casoplón de Waterloo y quiere volver a Cataluña.
Dice su abogado Gonzalo Boyé -un prenda que estuvo una decena de años en prisión por secuestrar con ETA y al que la Fiscalía Anticorrupción pide diez años de cárcel por blanquear dinero del narco Sito Miñanco- que le espera en primavera.
Como todos ustedes saben, Puigdemont se fugó de España escondido en el maletero de un coche, pero anuncia que retornará a pecho descubierto.
No descartemos que el facineroso vuelva en el Falcon de Sánchez, en el que usan Irene Montero, Pam Rodríguez y resto de la cuchindandi para irse de juerga a Nueva York.

La primavera empieza el 20 de marzo.
¿Se imaginan ustedes la escena?
Puigdemont recibido con alfombra roja en el aeropuerto del Prat, un par de semanas antes de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo?
Todo, por cortesía de Sánchez, quien en la campaña de 2019 prometió que lo traería cogido de las orejas, para que pagara por sus delitos.
Los vomitivos ‘ongi etorri’ que los miserables de Bildu montan a los asesinos de ETA no están conmoviendo como deberían a la ciudadanía española, pero el espectáculo de Puigdemont bajando triunfante por la Avenida Diagonal, mientras Sánchez pone cara de pavo en Navidad, tendría devastadores efectos electorales para el PSOE y lo que cuelga.
Ya se pueden ir despidiendo Garcia Page, Vara, Lamban, Ximo y demás popes socialistas de esos sillones que llevan pegados al trasero.
En la tertulia de Carlos Herrera, alguno se agarraba esta mañana al clavo ardiente del juez Llarena, quien ha retirado la acusación de sedición, pero mantiene la de malversación y desobediencia.
En teoría, Puigdemont todavía podría ser juzgado y pasar un mal rato, pero pierdan toda esperanza.
Ya se encargará Sánchez de telefonear a Conde-Pumpido para que el Tribunal Constitucional alise el terreno y todo se reduzca a una multa o cualquier fruslería.
La excusa de que, gracias a las claudicaciones del PSOE, se ha pacificado Cataluña, es de coña: la tregua independentista no obedece a renuncia alguna a sus objetivos o a una aceptación de la legalidad constitucional; sino a un cambio de estrategia alimentado por la certeza de que lograrán hasta lo inimaginable, negociando con Sánchez.
Lo lograran, si llegan a tiempo, pero a mi me da que no llegan.
Ir soltando a etarras y dando beneficios penitenciarios a los psicópatas les ha desgastado algo.
La salida a la calle de delincuentes sexuales -a día de hoy llevamos ya 166 beneficiados- por la impericia de Irene, Pam y otras ineptas, cuesta votos.
Gratificar a políticos corruptos y malversadores, tiene un precio.
Y la guinda será lo de Puigdemont, firmando autógrafos en Las Ramblas.
Desde el cacharrazo, que Page, Ximo y colegas se pegarán este 28 de mayo, hasta las generales de finales de año harán muchas trampas, pero ya les garantizo que el cacharrazo en las urnas de Sánchez y esta patulea