El ferrocarril está experimentando un renacimiento en Ecuador. Está considerada la red férrea más espectacular de Sudamérica. Uno de los tramos más llamativos serpentea por el desfiladero del Río Chanchán junto al macizo de la Nariz del Diablo. Aquí, el tren supera en zigzag un desnivel de 500 metros en apenas 12 kilómetros. Un viaje no apto para personas impresionables. Desde hace unos años vuelve a operar la línea principal entre la ciudad costera de Guayaquil y la capital Quito. El ferrocarril transecuatoriano tiene 450 km de largo y enlaza la costa del Pacífico con las tierras altas de los Andes. En su viaje en tren a través de Ecuador, los reporteros son acompañados por conductores de ciclomotor, que, a falta de pasos a nivel, se encargan de asegurar los cruces por las vías. A los pies de los Andes, viven los shuar, uno de los pueblos indígenas del Ecuador. Celebran una ceremonia para determinar si un extranjero es bienvenido.
El viaje sigue con el Tren Crucero, con capacidad para 54 pasajeros. En el desfiladero del Río Chanchán comienza la parte central del recorrido; se lo conoce como el tramo ferroviario más complicado del mundo. El tren sube en zigzag junto a la Nariz del Diablo, un macizo de paredes verticales de 100 metros. Aquí se supera un desnivel de 500 metros en apenas 12 kilómetros. Al día siguiente, el tren llega a la estación de Urbina, considerada la más alta del Ecuador a 3.609 metros sobre el nivel del mar. 500 metros más arriba, los reporteros acompañan a un "patrimonio vivo", Baltasar Ushka, el último hielero del Chimborazo. A lo largo de la "Avenida de los volcanes", como llamó Alexander von Humboldt al altiplano andino, se llega al Parque Nacional Cotopaxi con sus caballos salvajes. En el punto final de la aventura sobre rieles se encuentra Quito, la capital más alta del mundo.