Grotesco.
De todas las tropelías perpetradas por Sánchez, la peor de largo es la de Ginebra.
Y no sólo salen malparados de esa infamia él y su podrido PSOE.
Por desgracia, en ese claudicante vodevil hemos quedado retratados todos los españoles, incapaces de evitar que el futuro de una las naciones más importantes y gloriosas de la Historia, se decida en el cuarto oscuro de un país célebre por sus bancos y sus quesos, pero que ni es miembro de la Unión Europea, al dictado de los delincuentes que gestionan ese inmundicia xenofoba llamada Junts y supervisados por un tal Galindo, salvadoreño experto en guerrillas.
Fíjense que a El Salvador le tengo cariño.
No en vano comencé por aquellos lares mi carrera como corresponsal de guerra, hace más de 40 años, cuando el país era propiedad de 14 familias y mataban gente como quien siega trigo.
Ha mejorado bastante, bajo la férula de ese presidente mercurial llamado Bukele, al que conocerán porque el día que no escruta las cuentas corrientes de su ministros, para que no roben, impone el bitcoin como moneda oficial o inaugura una macrocárcel, donde exhibe en taparrabos y pelados como melones a miles de sicarios de las maras, pero El Salvador no me parece un ejemplo para España.
Me hubiera dado igual, de todas formas, que el ‘verificador’ del pasteleo entre PSOE y Junts fuera sueco, canadiense o ese Papa peronista que lleva casi 11 años en el sillón de San Pedro, agasaja a Evole y Aragonés en el Vaticano y ha realizado medio centenar de viajes sin dignarse a pisar tierra española, porque le da mucho asco.
Lo ridículo, lo fachoso, lo caricaturesco no es la identidad del mediador.
Lo esperpéntico es que en España -merced a un felón llamado Sánchez y a la recua de apesebrados que prosperan en el PSOE- mandan ahora los partidos separatistas antiespañoles ERC, Junts, Bildu, PNV y BNG, cuando todos juntos suman apenas 1,6 millones de votos, poco más de la mitad de los tres millones que tiene VOX.
Lo monstruoso es que se intente decidir nuestro futuro como Nación en el extranjero, a oscuras, en una chalaneo clandestino entre malandrines.
Al grito de ‘¡no les pasaremos ni una!’, Feijóo anunció este fin de semana, ante muchos miles de ciudadanos y escoltado por Isabel Díaz Ayuso y el alcalde Almeida, que el PP luchará con denuedo y se movilizará sin descanso para evitar que Sánchez se salga con la suya.
Le tomamos la palabra y desde aquí ya le digo que su partido goza de una abrumadora mayoría en el Senado y de la posibilidad de paralizar el sistema.
¡A por ellos, que son pocos y cobardes!
Que no tengamos que contarles aun día nuestros nuestros nietos que los enemigos de España fueron más constantes y combativos que los que estamos obligados a defenderla.