Parece evidente que los Garzón, Belarra, Montero y compinches ya no dan miedo.
La duda, a la vista del papelón que hacen a diario, es si los de Podemos generan más risa o pena.
Ya vimos a esta panda de rojos de pacotilla renunciar a sus promesas de austeridad, cuando saltaron de los pisos VPP a los chalets con piscina, y como se olvidaban de sus condenas al nepotismo, para colocar a cuenta del contribuyente a sus mujeres, maridos, amantes, primos, nueras y cuñados, pero es que ahora se tragan cualquier sapo.
Estoy seguro de que, si el socialista Sánchez da mañana una nueva voltereta y apoya sanciones contra los torturadores chavistas, como ha hecho con el envío de armas a Ucrania o con Marruecos y el Sáhara, tampoco harían nada, a pesar de que deben la existencia al tirano Maduro y se han pasado la vida vociferando el ‘no a la guerra’ y poniendo los ojos en blanco cada vez que hablaban del Polisario.
Es chistoso como terminan aprobando desde la mesa del Consejo de Ministros, y después aplauden sin decoro en el Congreso de los Diputados, lo mismo a lo que se oponían con fervor en campaña electoral. Basta que Sánchez toque el pito.
Se agarran al cargo como guacamayo a la percha y se entiende, porque tiene que ser muy duro abandonar la tarjeta de crédito pública, el coche oficial, los gastos pagados, las comilonas por la cara y los sueldos millonarios, cuando nunca se ha tenido ni oficio ni beneficio.
Si escuchan en las cadenas de televisión hablar de fricciones y posibilidades de ruptura dentro del Gobierno PSOE-Podemos, no hagan ni caso.
A estos rojos no los despegamos de los sillones ministeriales ni con agua caliente. No se van ni, aunque Sánchez comience a darles palizas.
A propósito del socialista Sánchez. Tiene delito que inunden Madrid cientos de miles de agricultores y ganaderos, se pongan huelga los transportistas, se agite nuestra política exterior sin que sepamos que va a hacer Argelia, siga subiendo el precio de la electricidad, se disparen los combustibles y se encarezca dramáticamente la vida y el tipo ni aparezca.
Que todo lo que le preocupe sea darse besos con el francés Macron y salir guapo en las fotos.
Menudo mamarracho.