Matan a palos a un español de 38 años, que tuvo la osadía de recriminar a tres facinerosos marroquíes el acoso sexual al que sometían a niñas y mujeres del pueblo y sale una experta en televisión justificando a los homicidas, con el peregrino argumento de que eran gente de pocos recursos ‘porque utilizaron simplemente un bate de beisbol’.
Y añade la paisana, que por lo visto es presentadora del Tiempo en Mediaset y se postula en redes sociales como ‘analista criminal’, que los desalmados no tenían intención matar: sólo de darle al paisano una ‘buena paliza’.
Textual.
¿Y que pasa?
Nada. Marlaska, el del bulo del culo, silente. Irene Montero y la ‘banda de la tarta’, disfrutando de las trufas y las dietas en Bruselas. Y el Periodismo patrio, en la inopia.
Ignoro en que sórdida pizzeria fichan las grandes cadenas de televisión a la mayoría de sus tertulianos, pero coincidirán conmigo en que no cabe un tonto más en los platos.
No desearía ser irrespetuoso con quienes dirigen los canales. Ni tampoco con quienes los ven.
Pero, a juzgar por la programación y por el ganado que sale en pantalla, lo único que interesa a unos y otros es que los españoles -ese 80% de la población que consume la bazofia- sean cada día más cenutrios, más maleducados, más gritones, más merluzos y tengan menos criterio.
Lo del basurero televisivo es sólo un detalle de la desquiciada y orweliana sociedad hacia la que nos conducen aceleradamente los ‘progres’ de este mundo.
La izquierda propone como solución a todos los problemas aumentar el intervencionismo y la coacción estatal sobre los particulares.
En su forma enfermiza y profundamente errada de entender las relaciones sociales, los 'zurdos' creen que el Estado debe decidir sobre todos los asuntos de la vida, desde las educación sexual de tus hijos a lo que tienes que cobrar por alquilar tu casa, pasando por lo que meriendas.
Ocurre en otros países, pero el nuestro es el único en el que el presidente del Gobierno -un tal Sánchez- ha impuesto hasta el nombre del cómico estrella de RTVE -un tal Broncano- y que la televisión pública le pague 14 millones por temporada.
El Gobierno Frankenstein promueve el aborto y promociona la eutanasia, pero te sanciona por no llevar bien puesto el cinturón de seguridad en el coche y decreta que, si unos ‘okupas’ se hacen con tu casa, te jodes y listo, pero pagándoles además la luz, el agua, la línea de Internet y hasta las series de Netflix.
La autoridad mira con sospecha a las madres y aunque todavía no ha santificado el matrimonio con el periquito, todo se andará.
Vivimos un mundo en el que hacer chistes es pecado y el sentido del humor se ha vuelto peligroso.
Yo no me quejo ya de que nos gobiernen analfabetos funcionales, que mendrugos como Patxi López, macarras como Óscar Puente o histéricas como ‘Chiqui’ Montero ocupen cargos de relevancia o que hagan catedrática a Begoña Gómez sin ser siquiera licenciada.
Tampoco de que David Azagra, el hermano músico del jefe del PSOE,