Supongo que ya se han percatado en que suelo referirme a Sánchez y socios como ‘cuadrilla de maleantes’, lo que enerva a Patxi López y explica la vesania con la que presionan a la claudicante Asociación de la Prensa para que nos exilie y maniobran, a veces con éxito, para que grandes empresas nos retiren la publicidad.
La corrupción del PSOE no es un ‘garbanzo negro’ o una ‘manzana podrida’.
Apesta el cocido completo y está descompuesto el cesto entero. De arriba a abajo.
Hoy nos hemos enterado de que Koldo se reunió con el ex ministro José Blanco al menos ocho veces. Que lo hicieron en un hotel y en la propia sede de Fomento, durante los tres años en que Ábalos fue ministro.
Ignoro en calidad de qué participó Koldo en el conchabeo, pero tengo claro que Pepiño lo hizo como socio fundador del lobby ‘Acento’ y como socialista de toda la vida.
Supongo que ya saben que Pepiño, que nunca estudió nada y carece de título académico alguno pero se las arregló para llegar a ministro y portavoz del PSOE, es multimillonario.
Desde 2019, obnubilado por el ejemplo de Bono y en la senda de Zapatero, no ha hecho más que palear dinero como comisionista de postín.
‘Acento Public Affairs’, donde Pepiño ha dado cobijo entre otros a Elena Valenciano, exvicesecretaria general del PSOE, a Valeriano Gómez, exministro socialista de Trabajo, a Elena Pisonero que fue Secretaria de Estado de Economía con Aznar, a José María Lassalle, ex Secretario de Estado de Cultura con Rajoy y donde ofreció un sillón al exsecretario general de Izquierda Unida Alberto Garzón, cuando este cenutrio dejó de cobrar como ministro de Consumo de Sánchez, se define en su página Web como una firma "supra-especializada en asuntos públicos estratégicos, positivos y proactivos”.
Tras esa rimbombante definición lo que hay es un simple, eficaz y rentable tinglado de favores y amiguetes.
Les pongo un ejemplo. Aparece en el horizonte una corporación china interesada en montar en España una fábrica de baterías para coches eléctricos y pensando en exportar a toda Europa, decide que la ubicación ideal sería un páramo de Castilla-La Mancha, con tren y aeropuertos cercanos.
Agobiados por el jeroglífico burocrático que es la España de la Autonomías e incapaces de entender que puedan tener voz en los permisos hasta tres administraciones diferentes -la local, la autonómica y la central-, los asiáticos recurren a ‘Acento’.
Y Pepiño y colegas, que cobran la módica suma de 50.000 euros del ala por aceptar el caso, les pavimentan el camino, montándoles entrevistas con el alcalde, el consejero y llegado el caso con el ministro de turno.
Y si todo cuaja y hay resultados, facturan unos millones y todos felices.
No se si han reparado en que -con contadas excepciones entre las que están Corcuera, Leguina, Guerra o Redondo- no hay dirigentes socialistas que no naden en la opulencia.
Lo hace Magdalena Álvarez, a la que que acaba de redimir el Tribunal Constitucional de todas sus prevaricaciones y lo hacen Griñán o Chaves,