Una misa multitudinaria en la mítica Plaza de la Revolución y una reunión con Fidel Castro ponen el broche final a la visita del Papa a Cuba. Benedicto XVI ha pasado tres días en la isla en los que ha difundido un mensaje de renovación y apertura, aunque no con tanta firmeza como lo hizo su predecesor en el cargo, el difunto Juan Pablo II.
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