Tiene su intríngulis el constante declinar de Podemos.
En 2015, llegó a ser la segunda fuerza política española, pero desde entonces ha perdido la mitad de sus apoyos.
Ha caído del 20% al 10% en intención de voto, devorado por sus pifias y por su socio socialista, que ha asumido sus postulados.
Todo lo que predicaba Pablo Iglesias, desde las virtudes del separatismo catalán a las bondades de Bildu, pasando por ‘los de arriba contra los de abajo’, lo promueve sin remilgos Pedro Sánchez.
Si eres de esos que abomina de la bandera rojigualda, maldice a Hernán Cortés, adora a los okupas, celebra que salgan de la cárcel los asesinos etarras, siente sarpullido ante palabras como familia, esfuerzo o España y adora excrecencias como el chavismo, ya no tienes que votar a Podemos sino al PSOE.
Eso explica, aunque solo parcialmente, el desinfle de los morados.
Hay otro motivo, más chusco, y es que los dirigentes, que no hace mucho alababan embobados muchos periodistas, son una recua de caraduras, que han privatizado la organización, para seguir viviendo del cuento.
Cuando Iglesias e Irene Montero huyeron de Vallecas y se compraron una mansión en Galapagar, adquirieron una tumba política de la que no han salido ni saldrán.
Una tumba que ahondó la ‘Banda de la Tarta’ del Ministerio de Igualdad, cuando se fue en Falcon de juerga a Nueva York, cargando los gastos al erario público.
De lo que ha cavado la comunista Yolanda Díaz, a la que preocupan mucho mas los tintes de pelo, los vestidos de moda y las gafas de lujo que las penurias de los trabajadores, ni voy a hablar porque no hace falta. Tampoco de Monedero, Errejón, Echenique y compinches
No seré yo quien critique a Sánchez haber hurtado a sus colegas el discurso populista. Lo que no tengo claro, es que le resulte un buen negocio.
El cataclismo de hace 10 años que nos dejó Zapatero y disparó a Podemos, afectó de forma singular a jóvenes con contratos temporales.
El actual, el que alimenta Sánchez, esta arrasando con los autónomos y esos, que se juegan su dinero y no tienen vacaciones o bajas por enfermedad, no votan a la izquierda porque quieren huir de la ruina.
Feijóo se ha lanzado a por los votantes del PSOE, que tienen segunda residencia en la playa, pagan el renting de un coche y llevan a los niños a un colegio concertado.
Ahí, en mi opinión, puede sacar entre un 5% y un 10% de votos suplementarios, que sumados a los fieles del PP, a los irreductibles de VOX y a ese contingente fluctuante, que se apunta a quien se perfila como ganador, le dará la mayoría absoluta.
Sánchez se comerá muchos votos de Podemos, pero ahí, en la izquierda y la extrema izquierda, están en el juego de la suma cero.
La que gana uno lo pierde otro.
En otras palabras: cero patatero.