La duda que me embarga es si habrá o no ‘tercera carta a los borregos’.
Conociendo a Sánchez y visto lo dócil, crédulo y maleable que es el rebaño socialista, no hay que descartar que el marido de Begoña se nos descuelgue con una nueva misiva a su grey.
Lacrimógena como las dos anteriores, también en Twitter y echando más fango sobre jueces y periodistas no adictos al régimen.
¡Vaya semanita que le espera al amo del PSOE!
Por si, con los calores del verano y la inminencia de las vacaciones, se les había pasado, les recuerdo que este viernes, además del partido de España contra Alemania en la Eurocopa, tenemos a Begoña Gómez peregrinando hacia el Juzgado 41 de la Plaza de Castilla.
Se siente la parienta de Sánchez ante el juez Peinado como investigada -imputada que se decía antes- en delitos de corrupción y tráfico de influencias.
Imagino que el magistrado le preguntara de paso por ese ‘gran currículum’ que le atribuye la vicepresidenta ‘Chiqui’ Montero, metamorfoseada de súbito en portavoz de la familia presidencial.
O al menos por el secreto que permitió a la paisana convertirse por arte de birlibirloque en directora de cátedra, sin tener siquiera una licenciatura universitaria, aunque para eso ya esta Goyache, el rector de la Complutense, quien creo esta convocado la misma mañana.
Estoy casi seguro de que Begoña guardará silencio, acogiéndose al artículo 118 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Tiene derecho a no declarar y seguro que su abogado, el socialista Antonio Camacho, quien fue ministro del Interior con Zapatero, le habrá aconsejado que mantega la boca cerrada para no meter la pata.
Lo que ignoro es si su marido, el atribulado Sánchez, la acompañará hasta la Plaza de Castilla y entrarán en la sala cogidos de la mano, como dos tórtolos.
De todo son capaces estos progres, que ya andan agitando las aguas entre los más fanáticos del partido para que haya a la puerta de los juzgados gente con pancartas y pulseras ‘Free Bego’.
Seguro que encuentran muchos voluntarios, pero me da a mi que se van a quedar atónitos cuando vean la cantidad de cámaras, fotógrafos, reporteros y chistosos apostada allí desde primera hora, para inmortalizar un paseíllo histórico.
Esto, ademas de prometer… ¡engorda!